El Teatro Escena 8 en Caracas se transformó en Broadway y recibió a sala llena el musical La Jaula de las Plumas, una adaptación hecha por el dramaturgo Carlos Castro de la pieza teatral La cage aux folles, original de Jean Poiret y escrita en 1973. En esta oportunidad, La Jaula de las Plumas es dirigida por el reconocido actor, director y productor José Manuel Ascensao, artífice de esta entretenida y reflexiva comedia
Por SARA KAFROUNI
Con un escenario lleno de luces y la magistral aparición del primer actor Félix Loreto, quien dio la bienvenida a las “chicas de la jaula” empezó el show de la Jaula de las Plumas. Cantando y bailando, los bailarines Candy Sweet, Cleopatra, Brigitte y Zafiro, vestidos con trajes dorados brillante y ajustados como una segunda piel, interpretaron un primer tema que fungió como un lema de orgullo gay al revelar lo que sienten cuando se visten con brillo y lentejuelas, y se colocan zapatos de tacón: “Somos lo que somos. Sólo somos ilusiones. Nos gusta sentir la sensación de los tacones. Vivimos en las buenas y en las malas nuestras vidas, pero siempre todas bien vestidas. Sí, fíjese bien en cada quien y comprobará quién es quién. ¿Quiere usted saber si uso brasier o suspensorio? ‘Todo puede ser’ dijo una vez Don Juan Tenorio. Así, cada vez que les gustemos, todas se lo agradeceremos”, decía el tema al que le siguió el himno gay universal de It’s Raining Men [Está lloviendo hombres], grabada originalmente por Weather Girls en 1982.
La temática central de esta pieza teatral es sobre una pareja homosexual, Leonardo del Monte (Félix Loreto) y Misterio (Rodolfo Drago), quienes son dueños de una sala show travesti, un Burlesque caraqueño, y quienes tienen un hijo heterosexual llamado Florentino (Víctor Hugo Gomes) que se enamora de quien en principio no debería, de Dayana (Marilyn Ascensao) hija de Arnulfo de la Roca (Jerónimo Gil), un diputado conservador que defiende férreamente los valores y la moral, condenando la homosexualidad, aún cuando su radical puritanismo es en realidad producto de una doble moral. En la obra, Purificación de la Roca (Beba Rojas) es la esposa sumisa que soporta los arrebatos y maltratos de Arnulfo de la Roca, quien la sumerge en una inercia que ella logra liberar al finalizar la trama.
Carmelo Castro, escritor de esta obra, utilizó como inspiración el libreto original del francés Jean Poiret y dijo que era una obra completamente diferente a la original, pues la resolución de la trama no era igual a la de La cage aux folles, ya que en esta versión Castro implica al personaje del diputado en un escándalo con uno de los bailarines, que en la pieza teatral termina siendo un ex alumno de derecho de Arnulfo de la Roca, mientras que en el relato original, tanto el diputado como su esposa, luego de descubrir que sus consuegros son homosexuales, le exigen a su hija que termine su relación con el hijo de la pareja gay sin alusión a ningún hecho vergonzoso que manche su visión.
En esta versión, el diputado ofuscado quiere obligar a su esposa Purificación y a su hija Dayana a irse de la casa de Misterio y Leonardo del Monte, padres de Florentino, luego de saber que ellos eran el reflejo de lo que él tanto odiaba. Sin embargo, al ver que no podía salir del club nocturno por la masiva presencia de paparazzis políticos que lo aguardaban afuera, los padres de Florentino le dicen al diputado que “la familia tiene que apoyarse” y que lo ayudarían, con lo cual Misterio toma del brazo al contrariado político y se lo lleva a su cuarto mientras le va diciendo “Relájase. Déjese llevar por mí” lo cual hizo que la parte más entendida del público rompiera en una contagiosa risa.
La Jaula de las Plumas cuenta con tres personajes que le dan el humor poco convencional a la obra. Los personajes de Bromelia, interpretado por Alexander Zambrano, Copelia en la figura de Ramphis Sierra y Azabache en la figura de Luis Serrano rompen las escenas naturales del drama, yéndose a un camerino lateral a chismorrear, permitiendo que el público observara, muy cerca, típicas conversaciones de travestís, al mejor estilo de las auténticas “reinas” de la Avenida Libertador de Caracas.
La obra se desarrolló dentro de un escenario poco convencional, diseñado a través de los deseos e imaginación de los actores, quienes se adueñaron de los personajes mucho antes de hacer la primera presentación y le manifestaron al escenógrafo, Freddy Salazar, cómo y qué querían en la escenografía del camerino y la sala principal. De esta manera, Freddy Salazar ideó la sala de la excéntrica pareja homosexual circunscrita a un escenario rojo, adornada con muebles en forma de zapatos de tacón y cubiertos de pieles de leopardo, una mesa con base en forma de pinturas labiales de colores rojos y fucsias, con dos escaleras onduladas y movibles al fondo donde se erigía una enorme y atrevida estatua del dios Eros con su arco y flecha, y su miembro viril, en alto.
La humorística obra culminó con Arnulfo de la Roca ocultando su identidad para escapar de los paparazzi, vestido de “drag queen” [travestí de cabaret], bailando y cantando en el escenario del cabaret junto a las “chicas de la jaula” los temas I Will Survive y YMCA, que en la obra es LJDP, ambos versionados al español.
Para el escritor de la obra, Carmelo Castro, La Jaula de las Plumas busca servir de entretenimiento, pero también hacer un llamado a la reflexión sobre la doble moral que manejan y enmascaran algunas personas en las sociedad. “La sociedad venezolana se está haciendo; nosotros somos un país joven. Tenemos muchas cualidades, pero también tenemos algunas cosas que vencer, por ejemplo: el doble discurso. Tenemos siempre un doble discurso sobre la sexualidad, sobre las razas porque decimos que no somos racistas y sí somos racistas siendo un país de mestizos. Hay una cantidad de cosas que son como inexactas, desde mi punto de vista como escritor y como observador de la sociedad y como artista. Yo quise reflejar esa idea del doble discurso, donde decimos que somos muy amplios, muy ‘open mind’, pero en el fondo decimos y hacemos otras cosas y no practicamos lo que predicamos generalmente. O sea, siempre tenemos como una doble vida en todos los aspectos; uno le dice a un niño ‘no digas groserías’ y uno es grosero. Entonces llamamos a la reflexión. El teatro es una tribuna para que el público se vea y busque respuestas. Por supuesto, mi objetivo fue hacer un divertimento, no un postulado social ni moral. Que la gente venga y se abstraiga de la realidad nacional e internacional tan fuerte que nos está tocando vivir. Ahorita con las redes sociales como lo decimos en la obra, estamos enterados de todo lo que pasa. Aparte de eso, la reflexión. Yo creo que la gente viene buscando una respuesta; hay muchas parejas que vienen con sus novias o novios y yo creo que es importante porque si les toca tener un hijo gay cómo lo van a manejar, es tú hija, tú hijo, y si no es gay cualquier otra cosa que no vaya en línea con tu forma de ver el mundo. Entonces, yo creo que también tiene que ver un poco con la tolerancia, la amplitud de mente. El hombre y la mujer del siglo XXI tienen que ser personas con una recepción de las cosas muy amplias, como decía Shock del Futuro de Alvin Toffler, que yo lo leí cuando tenía 17-18 años, y decía que si al año 2000 los cambios iban a ser tan bruscos que el hombre, se entiende la mujer también, no íbamos a tener tiempo de asimilar las cosas. Las cosas que suceden son tan bruscas que no has terminado de asimilar una cosa cuando ya viene la otra y a nivel tecnológico pasa lo mismo. Entonces ese es el mundo que nos toca vivir, donde hay que tomar decisiones, hay que adaptarse, hay que tener una mente amplia, hay que ser tolerante, ser tolerante no significa que tengas que aceptar cosas que van en contra de tus principios, ser tolerantes es entender que hay otras personas que tienen una forma de ver el mundo distinta que tú”, caviló Carmelo Castro, quien aseguró que la obra estaba hecha para todo aquel que estuviera interesado en consumirla y llevarse una reflexión sobre la tolerancia hacia el que es diferente.