
Con un retraso de tres horas por lluvia y un público que aguantó la espera hasta en andaderas, se dio el esperado concierto del cantante de habla hispana más exitoso de todos los tiempos. Un público de ánimos disminuidos por la espera, bajo una inusual luna llena, recibió sin embargo un recital cargado de sentimiento y amor hacia esta tierra por parte de un ídolo universal, quien sólo deseaba visitarnos para agradecernos los años compartidos.
Por SARA KAFROUNI
“La única razón en mi vida de volver a mis tierras latinas es para dar las gracias, no hay ninguna motivación más. Para dar las gracias por tantos y tantos momentos inolvidables en mi vida. Ustedes me comenzaron: flaco, desgarbado y con unas terribles ganas de aprender. Me dieron alas, y volé. Volé tan lejos que a veces me olvidé y justamente ahora que ya voy a tener 70 años, con todo aprendido, vengo a devolverles solo y exclusivamente la oportunidad que me dieron en el mundo entero”. Estas palabras sellaron el recital del eterno romántico Julio Iglesias, que bajo la llamada “súper luna”, que se colaba entre las nubes, abrazó lo que él consideró como una “lingüística pegada en el corazón”: Venezuela.
Julio Iglesias, luego de 12 años sin venir a su casa, salió al escenario vestido con un flux negro, calzado perfectamente sobre su delgada figura y siempre impecable. Sin presentación alguna, el legendario español impregnó la terraza del CCCT con su melódica y afinada voz en armonía con una noche llena de recuerdos, que satisfizo a quienes lo habían visto cuando joven y que señalaron que era “el Julio de siempre”, claro con menos cabello que el que tenía en sus tiempos mozos, pero igualmente oscuro y abundante. Julio Iglesias inició su repertorio con el tema Quijote mientras sus admiradoras gritaban su añoranza y cada cierto tiempo se escapaba un claro “Julio te amo”, “Buenas noches mi amor”. Estático, con ligeros movimientos, sus ojos cerrados, su mano derecha apoyada sobre su torso, su piel bronceada como un George Hamilton ibérico, y entregado a su música, el gran Caballero de la Legión de Honor prosiguió con Nathalie, y luego La gota fría popularizada por el colombiano Carlos Vives, y diciendo “Venezuela” entre la letra de la canción.
Al finalizar la interpretación de este tema y entre aplausos, Julio Iglesias aprovechó para comentar que Venezuela era “una tierra de baile, donde las gentes se juntan”, recordando lo espléndido de sus primeras visitas a Venezuela hace 43 años. Habló de la danza como una de las maravillas de las culturas latinas e introdujo a una pareja al escenario, presentándolos como “las gentes que mejor bailan el tango en el mundo: Hernán y Soledad”, quienes bailaron mientras él entonaba A media luz como un tributo a Carlos Gardel, seguida de Échame a mí la culpa coreada por el público hasta su final, donde habló del amor de su vida: su padre, y en su honor, dedicó un canto “a los chicharreros, a los canariones, a los gallegos”, interpretando con emoción Un canto a Galicia, y haciendo referencia a cada hijo de español que Venezuela alberga, dijo que era “un canto a Venezuela, de donde su padre es”. “Vamos Venezuela” dijo Julio Iglesias para animar al público a que lo siguieran con el suave tema Me olvidé de vivir. Luego, con un aterciopelado tono a lo Dean Martin y una instrumentación estilo lounge de los años 40, interpretó su versión de la canción Crazy de su amigo Willie Nelson. Cuando apenas habían transcurrido 28 minutos del esperado concierto, Julio Iglesias bromeó con el público y mirando a las chicas del coro, que lucían un minúsculo vestido negro, dijo: “¿Ay ay ay…ustedes están pensando seguro que yo tengo algo que ver con ellas, no?”, y entre carcajadas prosiguió: “Yo sé, yo sé (risas). Piensen mal y acertarán”, lo cual debió haber causado una sarcástica sonrisa en quienes recuerdan las andanzas mujeriles del que fue el gran casanova de los 70s. Al poco tiempo, durante la interpretación de la canción Divorcio, Julio le dijo “ven negrita” a una de sus esculturales coristas, una hermosa brasilera de piel azabache, quien se le acercó bailando y le dio un candente beso en los labios, lo que causó el asombro y sonrojo de sus fieles venezolanos, especialmente le tout Caracas, engalanados esa noche con peinados elaborados, vestidos y trajes elegantes, y altos tacones. Por allí se dejaron ver desde personeros del gobierno y la oposición, ambos tomando finos escoceses, hasta la actual Miss Venezuela y en especial la Miss Amazonas 1975 Virginia Sipl, quien fue novia del cantante español antes de que este se casara con la siempre hermosa Isabel Preysler.
Uno de los temas que los asistentes corearon con especial atención fue Manuela, dirigidos por Julio Iglesias, como si el público en la terraza del CCCT fuera la orquesta que lo acompañaba esa noche. Julio Iglesias entonó también los éxitos De niña a mujer, El amor, My Sweet Lord de George Harrison, y con dominio del italiano cantó Ti Voglio Bene Assai del italiano Lucio Dalla. Julio Iglesias siguió su repertorio con La carretera del álbum homónimo, ganador del premio Billboard 1996, oportunidad que aprovechó para pedir más aplausos diciendo “donde están los aplausos”. Posteriormente, esos aplausos lo acompañaron durante todo el tema de Me siento de aquí, canción donde alteró la letra y recitó “yo me siento de aquí, de Venezuela…ésta es mi tierra”.
“Si ustedes supieran como pasan los años. Yo nunca, jamás, me imaginé en mi vida que iba a seguir cantando tantos años de mi vida. Todo nace en una pequeña circunstancia. Empiezo a escribir las canciones en momentos trágicos en mi vida, y en todo ese dramatismo grande nace una historia de amor entre ustedes y yo. Una historia de amor que dura ya años y años a través de canciones”, con esta declaración Julio Iglesias interpretó Si tú te vas y Hey, seguido del gran tango La Cumparsita, acompañado nuevamente por los bailarines de tango, quienes hicieron impresionantes movimientos de elevación.
Durante una hora y 42 minutos, Julio Iglesias deleito con su repertorio. Al interpretar La paloma, dio las gracias a Dios porque no llovió y por la lluvia de la tarde, al mismo tiempo exclamó “yo quiero saber que este país está junto, yo quiero saber que esta Venezuela respira futuro. Yo quiero ver que esta Venezuela cante junta”, mensaje que el público interpretó como un mensaje político por lo que eufóricamente comenzó a gritar y aplaudir.
Otros de los grandes temas musicales de la noche fueron Me va, con el que se le escapó un “Thank you” al final, y la inolvidable La vida sigue igual, con la cual Julio Iglesias confesó que era la canción más importante de su vida, además de ser su primera composición, escrita en el año 1963.
La velada se acercaba a su final cuando Julio Iglesias dijo “Decirles adiós, decirles hasta siempre, decirles cuantos y cuantos recuerdos, tengo de tantas y tantas vidas conocidas, queridas en este país. De norte a sur, en la cuenca del Orinoco y en la Guaira, en el este y en el oeste, en la montaña y en el llano. Me he recorrido Venezuela cientos de veces, y esto es lo que me queda de Venezuela hoy” y sutilmente armonizó A mi manera, provocando un sostenido aplauso y un sentimiento general sobre la audiencia, de que esta sería la última vez que compartirían con el gran ídolo hispano. Luego de esto, el astro presentó a su banda de seis músicos, sus bellas coristas, y a su ingeniero de sonido el venezolano German Landaeta, para así pasar al éxito romántico de Elvis Presley Can’t Help Falling in Love, al final del cual gritó “gracias por tantos años”. Para cerrar, la banda comenzó de nuevo la instrumentación de Me va, sobre la cual el ibérico dijo “hasta siempre Venezuela”, y subrepticiamente, mientras las coristas repetían el coro, se fue el gran Julio Iglesias.