
El Rey de la bachata, Romeo Santos, coronó la obra que dos décadas atrás inició Juan Luis Guerra con su álbum Bachata Rosa, al rescatar de las taguaras Dominicanas, entre mamajuanas y ron, el género de la bachata, el cual originalmente era conocido como “amargue” por ser un desahogo del despecho y la tristeza.
Por SARA KAFROUNI
Este género, primo del bolero, que en su génesis era asociado con el mundo rural y hasta la delincuencia, rompió sus barreras con la presentación en Caracas del considerado Rey de la bachata, Romeo Santos, quien agotó taquilla en la primera venta de entradas y repitió la hazaña con la función extra que los productores tuvieron que abrir para saciar el apetito del público.
A las 9 de la noche, entre gritos y desconcierto de féminas que no podían creer que su ídolo realmente estuviera a solo pocos metros de ellas, tras escucharse un voz profunda como de dios griego sobre un fondo musical, anunciando “You are the king of bachata” [Tú eres el rey de la bachata] y con casi dos minutos de suspenso apareció Romeo sentado en un trono giratorio entonando el tema You seguido de un “¡Hello! Sigo siendo el rey”.
La terraza del CCCT, atiborrada de mujeres, se levantó completamente de las sillas y lo acompañó a una sola voz cantando no solo en su “opening” sino durante las 2 horas y media de concierto, en el que bailaron continuamente como unas serpentinas eufóricas y en momentos hasta sin ritmo bachatero.
Tras culminar la canción Malevo, tercera de esa noche, dirigió un saludo a su público, preguntando “¿Dónde están los hombres esta noche…y las mujeres? ¿Cómo se sienten?”, y siguió con el tema Por un segundo. Al terminarlo se dirigió nuevamente al público “Muy buenas noches Venezuela, muy buenas noches Caracas. Quiero decir algo esta noche. Nunca dejen, nunca permitan que alguien maneje su vida, nunca dejen que alguien les diga cómo debe vivir su vida. Sean feliz a su manera”.
Romeo Santos como todo un rey apoyó su coreografía en un escenario cargado de elementos imperiales y de la realeza tales como dos leones
dorados ubicados a los lados de su trono en posición de estatuas de felinos egipcios, y su micrófono estaba colocado sobre un paral alumbrado y en forma de cetro.
El Romeo de la bachata tuvo mucha empatía con el público, que estuvo de pie desde el principio hasta el final. Romeo invitó a 3 caballeros del público para que subieran y cantaran junto a él la canción Debate de cuatro y pidió al público que escogiera a sus representantes en el escenario con un “pa’ fuera” si no les gustaba. Así, junto al público, decidió la cantidad que iba a darle al participante que mejor interpretara su parte en la bachata a cuatro voces, llegando a la decisión de dar 500 dólares estadounidenses en efectivo. Los dos primeros que subieron no se sabían bien la canción, además de cantar desafinado, y muy enérgicamente el público le gritó: “Pa´ fuera”. Este “Cuánto vale el show” pero con más presupuesto que el de Guillermo González, duró 25 minutos, y el afortunado afrodescendiente ganador abrazó a su ídolo y bajó sonriente del escenario con sus 500 verdes en el bolsillo, pero “mosca”.
Entre otras curiosidades y espontaneidades del concierto comenzó el fondo rítmico de la canción Billie Jean de Mickael Jackson, sobre el cual entre risas y luciendo un guante blanco brillante como los que usaba el vocalista de los Jackson 5, Romeo comenzó a ejecutar los pasos clásicos del legendario cantante. Al final dijo que eso no tenía nada que ver con su concierto, sino que sencillamente siempre lo había querido hacer.

Romeo, con dos cambios de vestuario, realizó durante toda su interpretación muchos laudes a la latinidad, a lo que el público respondió con gran euforia. Romeo complació al público al transportarlos al pasado con un medley de sus viejas canciones entre los que estaban: La película, Enséñame a olvidar, Todavía me amas, Cuando volverás y la archiconocida Obsesión. Romeo dedicó unas palabras al amor diciendo que “el amor es lo mejor. El amor no pasa de moda” y presentó un tema que compuso en Curazao: Angelito, seguida de Soy hombre y All Aboard. Casi al final de su presentación, Romeo dijo que le gustaría cantar canciones que fueran las favoritas de sus fanáticas, pero que seguramente no eran las canciones que salían en la radio por lo que les dijo. “Sean creativos. Pídanme canciones que sientan que yo no voy a cantar esta noche”. Y entre el desarrollo de la canción La tormenta entonó la lista de complacencias compuesta por Lágrimas, Ella y yo, que cantó a dúo con un espontáneo del público, y Te invito.
Para cerrar el concierto Romeo santos agradeció las dos funciones agotadas que tenía en Caracas y cantó los temas más esperados de la noche: El malo, Mi santa, Un beso, momento en el que le dio un beso en la mano a una chica del público, y siguió con Promise.
Al final, este concierto demostró que como dice Romeo, el amor no pasa de moda y que todas las mujeres, desde jovencitas hasta las cuarentonas que colmaron el recinto, solo esperan un Romeo que las enamore, como cuando se hacía con un tango, luego un bolero, y ahora una bachata.