SÓLO SÉ DE MÍ… vida y obra de Hannah Arendt

Publicado en zeta el 23 de marzo de 2012

Por SARA KAFROUNI

 

Hannah Arendt y Heirinch Blücher abrazados en la escena donde hablan de su amor
Hannah Arendt y Heirinch Blücher abrazados en la escena donde hablan de su amor

En una pieza donde la palabra marca el tiempo y la puesta en escena sintetiza los espacios, la catedrática Virginia Aponte evoca, en la dramaturgia discursiva Sólo sé de mí, la vida íntima de la contradictoria filósofa y política alemana Hannah Arendt.

Sólo sé de mí se desarrolló en una sala con luces dirigidas sobre los cuatro personajes que recopilaban como un rompecabezas cada una de las épocas de Hannah Arendt: Martin Heidegger, filósofo y profesor universitario que se enamora de Hannah, interpretado por Wilfredo García; Heirinch Blücher, militante comunista con el que se casa en 1940, en la figura de Carlos Domínguez y Agustín García; su fiel amiga y periodista estadounidense, Mary McCarthy, encarnada en Andreína Gómez-Orellana; y por supuesto la libre pensadora Hannah Arendt interpretada por Lucrecia Badasarre, y en el fondo, la figura tenue de Sofía Barreto ejecutando su viola da gamba, quien marcaba los ritmos. Sólo sé de mí se caracteriza por tener una puesta en escena marcada por cada uno de los personajes, estructurada y donde la palabra tiene el mayor protagonismo. La simplicidad en el uso de los elementos traslada al público a cada una de las épocas en las que Hannah Arendt construyó su “teoría política” y el concepto del amor.

La puesta en escena, integrada por los personajes, una cómoda de estudio cargada de libros, una butaca y una silla, inició con un canto de lamento, seguido de un fragmento del texto Hombres en tiempos de oscuridad de Hannah: “(…)incluso en los tiempos más oscuros tenemos el derecho de esperar cierta iluminación (…)”. Declamación que  Mary McCarthy apoya y  explica que Hannah después de la muerte de su padre, jamás volvió a recuperar el sentimiento de confianza  y que tampoco lo logró con la formación que le dio Martin Heidegger.

La primera parada en el pasado la hicieron en 1925 con el encuentro entre Martin y Hannah, en el que ella le dice que perdería su derecho a la vida si perdiera su amor hacia él. Mary salta luego al año 1950 y empieza a desarrollarse el llamado “Reencuentro”, que inicia con Hannah hablando del libro que Martin le regaló en 1933 y señala que aún lo conserva como un talismán, y en el que ambos personajes desarrollan una dialéctica el sobre el sufrimiento, el amor y su significado. En este período, Hannah hace una recapitulación de sus raíces judías que dejan ver por qué, a pesar de que era judía, no era religiosa. En este fragmento de la obra los personajes hacen alusión al libro de Hannah Entre el pasado y el futuro, cuando se habla del tiempo como una evocación del presente, dialogan sobre el derecho a la libertad por el solo hecho de haber nacido, también hace su primera aparición  el segundo esposo de Hannah, Heirinch Blücher, su compañero eterno y su verdadero amor con el que conversa sobre el poder de la revolución y lo peligroso que le parece  “medir el poder de un país por su arsenal de violencia”.

Hannah Arendt con su eterna amiga Mary McCarthy
Hannah Arendt con su eterna amiga Mary McCarthy

Otro de los momentos interesantes de la obra fue cuando avanzaron al año 1970, momento en el que Mary McCarthy le hizo una entrevista en Canadá y donde Hannah explica que ella no comparte la visión de Karl Marx sobre el capitalismo, aunque coincidían en la visión de que “el desarrollo lógico del capitalismo, es el socialismo”. En esta oportunidad Hannah aseguró que ella no se encontraba ni encajaba en la “corriente política contemporánea ni de ninguna otra” porque aunque quería involucrarse en la política del momento, no quería “adoctrinarse”.  Para Hannah, pensar sin “barandillas”  era su guía, por lo que la gran mayoría de su obra se circunscribía a esta libertad. El diálogo sobre la banalidad del mal abre el camino para introducir su visión sobre el Holocausto y el olvido cuyos antecedentes se extraen de su libro Eichmann en Jerusalén, oportunidad que le permite dirigir uno de los principales mensajes de la obra “Los pozos de olvido no existen. Nada de lo humano es así de perfecto. Sencillamente hay demasiada gente en el mundo para que el olvido sea posible. Siempre quedará un hombre para contar la historia de lo ocurrido”.

Esta tesis es apoyada por Virginia Aponte, directora y escritora de la obra, quien señaló que con Sólo sé de mí  trató de rescatar el pensamiento de grandes pensadores que han dejado una herencia “porque el olvido es el mayor daño con el que hoy, yo creo, estamos viviendo. Han pasado demasiadas cosas en la historia del mundo como para que podamos darle la espalda a seres humanos realmente especiales”. Al mismo tiempo explica que el hablar de la banalidad del mal  significa que “nos hacemos cómplices de situaciones que son inaceptables. (…) O sea, no podemos ser indiferentes a nuestro entorno, tenemos que ser comprometidos con nuestro presente y saber que hay que asumir responsabilidades ante todo lo que hacemos y vivimos”.

Sólo sé de mí culmina con la muerte de Heirinch Blücher y un canto de despedida, en ella se exaltan las mentes brillantes que construyen un tiempo y un espíritu filosófico de la vida, firme y acertado.