EL LIBRO DEL AMAZONAS

libro selva

Publicado en Zeta el  viernes 9 de agosto de 2013

Por SARA KAFROUNI

Todos sabemos que desde que cerró RCTV y se redujeron las producciones televisivas en el país, el mundo del teatro se vio beneficiado por la avalancha de talentosos actores que descendió sobre él, pero lo que nadie imaginaba es que uno de los géneros más productivos sería el teatro infantil.

Es así como celebridades reconocidas como Astrid Carolina Herrera y Viviana Gibelli, y hasta misses como Ligia Petit, han participado en teatro infantil, porque en algo están claros todos: para el teatro infantil, siempre hay audiencia. Así fue el caso de la reciente obra infantil estrenada el pasado sábado en el Teatro Urban Cuplé del CCCT, con un conocido reparto de actores y comediantes. La famosa historia El Libro de la Selva del literato ganador del Premio Nobel Rudyard Kipling fue adaptada al teatro por el productor Alberto Noguera, quien se inspiró en el Amazonas venezolano para desarrollar la historia de Mowgli y su familia del reino animal.

El Libro de la selva en esta oportunidad cuenta con una colorida y resonante  puesta en escena que cautiva a los más pequeños por el humor contagioso del Oso Baloo, interpretado por el reconocido comediante Guillermo “Pedroso” Canache, quien tenía un gracioso acento mexicano como el de Ñoño del Chavo del Ocho, y también por las excelentes representaciones de un elenco de primera línea integrado por la actriz Nacarid Escalona en el papel de la Pantera, Coquito (el de Tío Simón) como el Gran Macaco, el graciosísimo Marco Perez como el Tigre, Yanosky Muñoz como Serpiente, Cleidever Araujo como Mowgli, Giovanni Oviedo como Papa Lobo, Carlos Sosa como Guacamaya y Josbert Gallardo como el Bebé Elefante.

La obra, que contó con sonido en vivo, inicia con la percusión del ensamble TAKTO, integrada por músicos formados por el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles de Venezuela, quien estuvo dispuesto a lo largo del escenario con tambores metálicos, tapas, ollas, una batería y hasta una especie de instrumento tonal hecho con tubos PVC, con trazos de pintura fluorescentes y con los que recrearon los sonidos exóticos y misteriosos de la selva tropical durante la hora y media que dura la obra.

Satisfactoriamente, y para sorpresa de los mismos actores, la actuación enganchó a los niños de tal forma que éstos se hicieron cómplices de Pantera, Oso Baloo y Mowgli cuando la Serpiente los encantaba con sus ojos o cuando el imponente Tigre se quería comer a Mowgli, causando unos cuantos ruidos de asombro, mientras la mayoría era un cordón de risas agudas provocadas por el fuerte acento llanero del Tigre y sus improvisaciones con él público. Elementos de Tigre como: “Achaaa caráaaj…¿ustedes no invitan chico?”, “Te vuelves a comer otro mango con pepa y vamo a tener un problema oíste”, “mañana me lo como, mij…como carne mechada en una arepa, o en pabellón criollo” o “Tú sabes quién es Scar, el del Rey León?… ese es asistente mío allá en Guárico” con su bien imitado acento llanero o como el típico y generalizado hablar “malandro” en una de las Guacamayas usando frases como: “Mira Tigre, lo que es con el menor es con nosotros, oíste” , provocaban olas de risas entre los niños, llegando a escucharse confesiones, que les hacían a los padres, como que ésa era la obra más divertida que habían visto, así como la inclusión de una niña hiperactiva, de dos o tres años, con quien los actores interactuaron durante toda la función.

Luego de que la obra finalizara, Tigre, Oso Baloo, El Gran Macaco y las Guacamayas salieron a compartir con los niños, quienes los abrazaban y se reían todavía de sus interpretaciones, algo que para los actores es bastante significativo, pues como asegura Coquito, el teatro infantil no es fácil: “Es muy difícil hacer teatro infantil. Al niño hay que explicarle, pero se subestima su inteligencia. Es una línea muy delgada, tienes que tener mucha cautela en cruzarla. No puedes subestimar al niño, no puedes burlarte de él y tampoco puedes faltarle el respeto con chistes que no van acorde con su edad. Y es muy rudo, estamos haciendo de animales, pero la satisfacción es muy grande: un niño que venga corriendo, abrazándote y lo que te vio fue dos horas en el escenario, ama tu personaje, no está abrazando al actor, está abrazando es al personaje. Eso significa que logramos lo que queríamos, porque el niño siglo XXI tienes que darle mucha inmediatez en la información porque si no se aburre rápido. Que el chamo estuviera pendiente ‘mira ahí viene el Tigre, ahí viene el otro,’ se metiera contigo ‘¿Y cómo fue que me dijo? Te dijo araguato’, y que se burlara de ti o que te ayudara a burlarte del otro, todo eso significa que estamos en el camino correcto, que tenemos el dinamismo necesario para un niño de este siglo”. Mientras que para Canache, cuya pasión es hacer teatro, admite que trabajar con niños es “increíblemente hermoso”, pues asegura que “cuando un niño ríe, la vida es mejor”.

Está vívida encarnación del Libro de la Selva en su adaptación venezolana incluye el mensaje de concientización sobre las relaciones entre el humano y los animales para mantener un equilibrio y la existencia de los animales salvajes, e involucra a los niños en el mensaje de que los seres humanos y los animales deben ser amigos, contando con la esperanza de que en un futuro no existan cazadores ni zoológicos.