LOS PAJAROS SE VAN CON LA MUERTE

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Publicado en Zeta el 11 de octubre de 2013

Luego del estreno de la película Los pájaros se van con la Muerte, basada en la singular dramaturgia del  mismo nombre publicada en 1975 por el escritor Edilio Peña, su director Thaelman Urgelles habló en exclusiva con ZETA sobre su producción, lo psico-social de la temática, y del crudo realismo mágico representado en la cinta.

Por SARA KAFROUNI

Los pájaros se van con la muerte muestra un cine poco convencional. Quizá algunos querrán ir a verla para apreciar la estética cinematográfica, las caricaturescas digitalizaciones de los elementos mágicos religiosos o las actuaciones reales y sentidas que distrae la memoria de lo que por mucho tiempo se vio en el cine venezolano. Otros quizá se adentren en el simbolismo de la historia narrada, que en su línea argumental muestra a una pareja, y a su hija, deprimidos en la ignorancia, en la pobreza económica y social, y en la demencia de unas almas atormentadas, pero a su vez esperanzadas gracias a su fe religiosa en la diosa María Lionza.
Para quienes han leído o visto la pieza teatral, está película resulta ser una fiel representación, con elementales ajustes al cine que incluyen nuevos personajes, de lo que Edilio Peña describió al inició de su obra como una suerte de “realismo extraño y tropical” que busca crear imágenes certeras de sensaciones y de una realidad inverosímil. Aunque para el director Thaelman Urgelles, pese a que la película se ciñe a la historia teatral en su adaptación, es distante pues asegura que el texto fue convertido a imágenes cinematográficas controversiales y que escenifican una realidad, que en su momento era pertinente en toda Latino America: “El primer proyecto fue hacer esto como una representación del mundo, o como representación de un país, de una sociedad, de unos personajes que están muy completos. La labor mía con esto es hacer cine y desde un principio fue un proyecto provocador. Ya la obra de teatro es una obra muy provocadora, pero llevada al cine con las imágenes en primer plano, todo eso en la cara de la gente resulta muy provocador. Creo que es porque la lectura elemental es de una historia de amor retorcida, o una retorcida historia de amor, obsesiva entre esas dos personas, La Madre y El Negro, que se llevan a unos extremos paroxísticos de celos, de obsesión, de autodestrucción mutua y donde el hombre es un vagabundón que se aprovecha de las mujeres que van a… [su racho para que les haga rituales espirituales invocando a la llamada Reina María Lionza], hasta que una mujer, que se siente que fue ella la que lo capturó a él, siente que él no debe seguir haciendo eso porque teme que se reproduzca lo mismo que pasó con ella. Entonces no quiere perderlo y lo traiciona”.
Esta línea argumental es la que se presenta en un primer plano, pero como el mismo cineasta dice, Los pájaros se van con la muerte tiene muchas lecturas posibles, debido a que es una historia cargada de “simbolismos, realidades mágicas y fantásticas” que admiten la visión de una psicosis en los personajes principales como La Madre y El Negro, quienes arrastran consigo a quienes se involucran en su perturbada existencia. “En este film se puede apreciar también la locura, como señaló Axel Capriles en la noche del estreno, o sea, un viaje a través de la locura de esta mujer y de toda una sociedad enloquecida, pero sobre todo de esta mujer. Si queremos ver a todos esos personajes como proyecciones metafóricas, y no solamente como lo que son, el relato es de una locura creciente y envolvente de los personajes que alcanzan también al Negro, a la hija y de alguna manera también alcanza a la Mujer de la Casa Amarilla, que ella es más bien una mujer sensual, sexual, básicamente que se convirtió más bien en una víctima, por los influjos de ese hombre que ejerce una seducción misteriosa que lograba con las mujeres. Sin embargo, hay algo poético. Una poética dentro de lo terrible, una poética del horror. Esta película puede ser la metáfora de un país o de América Latina, lo que pasa es que América Latina ha mejorado mucho. Eso podía ser una metáfora de Colombia hace 15 años, pero el horror en Colombia ya se cesó mientras que aquí se ha profundizado. Esto más bien intentó ser una predicción de lo que podía venir a Venezuela y se tardó tanto en ser exhibida que cuando la exhibimos ya la predicción está cumplida. Es una metáfora cumplida. Al horror, pues. Nosotros vivimos en el  horror. También es muy pertinente una la lectura social. O sea, un grito salvaje que hay en esta película. Un ‘miren aquí, vean esto. Esto nos está pasando a nosotros, esto ocurre’. Hay gente que vive en condiciones muy terribles, en condiciones limites, en condiciones que son inhumanas”.
LA CORTE NEGRA DE LA REINA
Tal como se aprecia en la película, en Venezuela lo surreal y lo espiritual se ha acentuado desde hace algunos años, y sobre todo los rituales dedicados a la mítica María Lionza en lugares como la Montaña de Sorte y Guatire, y que se muestran en varias escenas de la película: “En la película, El Negro [que pudiera ser uno de los integrantes de la Corte Negra de María Lionza] es un seductor y la película no deja claro si es una trampa de él, si es una simulación o si es verdad. Más bien la película pareciera tomar partido y yo me lo pregunté, yo dije: ‘y… ¿bueno, este tipo de verdad tiene esos poderes?’. Yo creo que el partido que tomó la película es que sí, el tipo tiene ciertos poderes, a lo mejor no son poderes mágicos, pero unos poderes mentales y su propia convicción en eso que él práctica le daba una especie de embrujo sobre la gente. Este tipo bastante primitivo, pero con la practica de estas disciplinas espirituales, esotéricas, de alguna manera alcanza un cierto poder sobre los demás. Yo creo que es intrínseco. Está completamente inherente que en esta historia ellos son seguidores de un culto religioso, esotérico y que en Venezuela era normal que fuera la Reina Maria Lionza”.
A pesar de este elemento, el director esperaba captar este público también, pero la respuesta ha sido adversa incluso porque algunos de los practicantes se han sentido ofendidos por la representación sexual, cruda y donde se expone el uso de una religiosidad para manipular la voluntad con el uso de poderes supremos.
LAS REACCIONES
Thaelman Urgelles, quien una vez terminada creativamente la película la presentó en un DVD en un festival que se realizaba en Mérida y en Puerto La Cruz, asegura que las reacciones de las personas, tanto en ese momento como ahora con su lanzamiento oficial, han sido en parte lo que él esperaba y, a su vez, contradictorias. “La recepción de las personas en ese momento fue más o menos similar a la que está teniendo en este momento. O sea, un grupo de personas muy entusiasmadas con la película y les parece una película importante, de un esfuerzo creativo valioso, y sobre todo en el contexto de una cinematografía que está siendo muy poco ambiciosa en cuanto a su temática y a sus rigores estéticos. Y otra gente, pues bastante contrariada. Algunos sienten que esta película de alguna manera los ofende, los agrede, porque aquí se está haciendo un cine muy complaciente. Hay algunas excepciones de películas con riesgos y son precisamente las que están en festivales en estos momentos. Esta es una película que de alguna manera rompe la armonía que priva en este momento en el ambiente cinematográfico”.
Esta película fue visualizada para que tuviera lecturas en “capas”,  lo que ha permitido que la película sea de minorías, de un público selecto, y que quizás se deba al argumento directo sobre una sociedad empobrecida, pues esa crudeza psico-social se enfrenta con la futilidad con la que se vive en Venezuela. “Esta película está chocando. Yo creo que hay una gran frivolización en Venezuela. Yo siempre he dicho que nosotros somos vanidosos, hedonistas, fríos y superficiales. Los distribuidores dicen: ‘ay…hagan comedia’, y las comedias son las más exitosas de todas nuestras películas y cuando se trata el tema del barrio se trata con un sentido edificante, como “El rumor de las piedras”, con un final casi moraleja que dirigen a la buena conciencia de la clase media que ‘bueno, ay tan bello’, pero esta dureza que expresa esta película hay muchísima gente que no está dispuesta a soportarla, como la clase media y los intelectuales y, por supuesto, los sectores de poder. O sea, no quieren que se enseñe la basura”, comentó Urgelles.
Con la “metáfora  poética” de Los Pájaros se van con la muerte, creada por Edilio Peña, y representada con los pájaros negros que hacen presencia al final de la historia, o que La Madre ve,  se acaba la tragedia provocada por la mente desequilibrada de La Madre, que con sus alucinaciones cree que se libera de esos pájaros que “la agobian, la angustian y vulneran sus sensibilidades”. Según Thaelman Urgelles, esta película se acerca al infortunio de los seres humanos a “niveles paroxísticos de infelicidad y de rupturas extremas con las realidades y con la normalidad” y que cada día se afianzan en nuestro país.