EL JUEGO DE LOS TIEMPOS

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El Teatro Trasnocho estrenó la atemporal pieza teatral Ha llegado un inspector del británico John B. Priestley en una versión de Ugo Ulive, con música compuesta por Gabriel Figueira del grupo Gaelica y bajo la dirección de Basilio Álvarez. En exclusiva, los actores Jorge Palacios y Juan Carlos Ogando hablaron sobre la particularidad de la pieza y su pertinencia en la sociedad y sus relaciones.

Por Sara Kafrouni
Fotografía NELSON AGELVIS

Del dramaturgo John B. Priestley y su lúdica forma de teatro donde el tiempo es uno de los principales personajes, y enmarcada dentro de los dramas conocidos como Obras de Tiempo [Time Plays], llega a las salas del Teatro Trasnocho la pieza titulada Ha llegado un inspector (1945). Ésta, es una pieza única, intelectual y si se quiere social. No solo muestra como las personas de alguna forma están relacionadas y la necesidad de valoración entre sí sino que además construye ese espacio de relaciones en donde el presente, o el pasado, pasan a ser un futuro anticipado, vivible, agobiante, real y hasta surreal, que va más allá de un simple Déjà vu. Ha llegado un inspector es un viaje en el tiempo, o lo que el mismo autor llamaría como “percepción no lineal del tiempo”, en el que los protagonistas no saben que lo es y que puede repetirse.
Ha llegado un inspector es una pieza que se desarrolla en tres actos, y está ambientada en la casa de una familia de clase media del año 1812, como lo especifica el autor en la pieza. Este drama de misterio, salpicado con un poco de humor negro, es interpretado por el primer actor Jorge Palacios (Inspector Goodman), Juan Carlos Ogando (Sr. Arthur Birling), Patty Oliveros (Sra. Sybil Birling), Valentina Rizo (Sheilah Birling), Alejandro Díaz Lacocca (Eric Birling) y Jesús Nunes (Gerald Croft), quienes cándidamente viven las líneas de Priestley e incorporan a la audiencia completamente en su drama. En la puesta en escena, Ha llegado un inspector inicia a oscuras, en silencio y como si los personajes estuvieran detenidos en un tiempo sublime, que pronto toma calor en una impecable, familiar y presuntuosa celebración del compromiso de Sheilah, la niña de la casa, sin saber que en tan sólo minutos su alegría se derrumbará con una tensa y extenuante investigación sobre el suicidio de una joven, con la que todos los integrantes de la familia, de alguna manera, llegaron a tener alguna relación.
En esta pieza, además de investigar la muerte de una joven, el inspector Goodman va descubriendo poco a poco la verdadera naturaleza de cada uno de la familia Birling, dejando al desnudo los contravalores como la envidia, ambición, avaricia, maldad,  resentimiento, y la discriminación por clases sociales que impregnan el ser de los Birling, apoyados por un alto estatus social y por una búsqueda instintiva, no consciente e inmisericorde del amor, y que inteligentemente resaltan la visión social de Priestley.
Más allá de la investigación sobre el suicidio de la joven llamada Eva Smith, la obra plantea la responsabilidad de las acciones en las relaciones entre las personas, la dependencia de los unos con los otros para poder subsistir, crecer y vivir.  Para Jorge Palacios, este mensaje es universal y se adapta a todos los pueblos y situaciones. “Es evidente que funciona y que se ajusta y encaja perfectamente en la situación nuestra, pero es que encaja en la situación de cualquier país, inclusive de los más desarrollados, porque las gentes de menos recursos siempre necesitan la atención, el cariño, aunque sea nada más que moralmente hablando, y no hablemos ya del apoyo económico que la gente necesita. Este es un mensaje apto para todo el mundo, la solidaridad y el apoyo a los seres que menos tienen por aquellos que más poseen. Ese es un mensaje definitivo, universal y que se aplica a todas las situaciones, y esta es una pieza trascendente que nos plantea esa necesidad y solidaridad entre nosotros. Hay que aprender a crear las situaciones para que la gente salga de las situaciones de miseria tanto económicas como moral, y esas situaciones y esas condiciones se obtienen utilizando bien los recursos que se obtienen gracias a los impuestos para que los más necesitados tengas las mejores escuelas, la mejor educación posible y enseñarles a trabajar, hacer que la gente logre con el trabajo superar todas sus carencias”, sentencia Jorge Palacios.
En cuanto a la estructura no lineal del tiempo, el actor Jorge Palacios, quien asume en cuerpo y mente, no solo de su personaje como el Inspector Goodman sino como estudioso del arte, la teoría del tiempo de John B. Priestley, explica que: “el autor juega con una aventura de tiempo y espacio. Él se apoya en la filosofía de John William Dunne, que aparte de aviador, colocó en un vuelo muy especial su imaginación y llegó a la conclusión de que espacio y tiempo están unidos indisolublemente y que la existencia del espacio conlleva a la existencia de su totalidad. Entonces, se concluye que todo lo que existe en el espacio está sustentado por un tiempo que también existe; es decir, ya todo está y los acontecimientos futuros existen ya y Priestley se adhiere a esa tesis para crear gran parte de su novedosísimo teatro. En sus obras, hay una ruptura del tiempo cronológico para entrar en un tiempo que podríamos llamar cuántico. En esta pieza teatral, lo que esta gente vivió fue un anticipo en el futuro de sus conciencias a través de un maestro espiritual que vino a hacerles tomar esa conciencia. Realmente esa aventura con un inspector que viene a interrogarles sobre la posible participación en el suicidio de una inocente muchacha se va a verificar, va a tener lugar y es lo que nos dice el autor”.
Ha llegado un inspector es la pieza con la que el grupo Skena celebra 35 años de creación, y forma parte de un grupo de obras que definen el teatro que hace Skena, según dice Juan Carlos Ogando, fundador de Skena y actor de la pieza, quien cuenta que el grupo actoral realiza montajes con componentes de reflexión para que el público se lleve “algo con qué morder la almohada”. En el caso particular de la pieza de Priestley, Ogando explica que Ha llegado un inspector va más allá de la comedia y el suspenso, y más bien se trata del hecho de que toda persona es responsable por lo que hace: “todo lo que hacemos tiene una resonancia sobre lo que hacemos, sobre nuestro entorno y sobre nuestra gente, no solamente la más cercana y querida sino con todos”. Ha llegado un inspector es una pieza dinámica que sumerge al espectador en la trama, especialmente si se encuentra ubicado en las primeras filas del teatro porque es como si fuera un testigo omnipresente de la situación que enfrenta la familia Birling, en un maravilloso escenario fielmente ambientado a la época, aunque su mensaje,  perenne y universal, pareciera más bien haber sido escrito para específicos sectores de la sociedad venezolana, especialmente pre-1998, que vivían encerrados en burbujas de cristal y torres de marfil, alejados completamente de la realidad venezolana.