Por SARA KAFROUNI
La semana pasada se celebró en la ciudad de Mérida el Festival de Cine Venezolano en su décima entrega. Hubo muchas sorpresas y no menos opiniones críticas. La cinta que se esperaba ganadora no ganó y un director cuya cinta fue politizada recibió reconocimiento, lo cual hizo de este festival uno muy interesante y exitoso.
Luego de que en el 2013 la película Esclavo de Dios del cineasta Joel Novoa fuera “saboteada” con la proyección previa, sin autorización del director, de un documental sobre la causa Palestina, y enfrentara rechazo político por parte del oficialismo por tocar el tema del terrorismo islámico, la semana pasada en el Festival de Cine Venezolano celebrado en Mérida se reconoció el trabajo cinematográfico de Novoa, galardonando la cinta con los premios de Mejor dirección, Mejor guión y Mejor montaje que se suman a los numerosos premios recibidos por la cinta a nivel internacional.
Joel Novoa, en exclusiva para Zeta, habló sobre este reconocimiento e hizo mención a que el Festival ameritaba una revisión. “Sí. En el caso mío ganar el premio es un gran reconocimiento, el primero en el país después de todos los internacionales que hemos logrado, sin embargo, creo que es un festival que hay que revisar. Se siente una flagrante complacencia en algunos de los premios y existe mucha política en el festival. Personalmente significa muchísimo para mí el haber recibido este premio, y elogio la iniciativa de reunir a todos los cineastas en una ciudad. No pude asistir al festival porque me encuentro filmando afuera. Lo que me pareció fue que hay una onda de complacer a muchos para quedar bien y que la mayoría salga contenta. Es el problema inevitable de una comunidad cinematográfica pequeña. Enemistarse es mal negocio y eso se sufre en este caso como en todos los demás de nuestro cine. Cuando el jurado es en gran parte local, se hace imposible la objetividad, aunque dentro del jurado había gente muy competente como es el caso de Sonia Chocrón que la caracteriza su objetividad”, dijo Joel Novoa.
Por su parte, la película El Regreso de Patricia Ortega, la cual narra la cruel historia de la Masacre de Bahía Portete y sus sobrevivientes, recibió en el Festival de Cine Venezolano celebrado en Mérida la semana pasada seis premios, entre ellos: Mejor Película, Mejor Dirección de Arte (María Gabriela Vilchez), Mejor Dirección de Fotografía (Mauricio Siso), Mejor Actriz de Reparto (Sofía Espinoza), Mejor Vestuario (Tania Pérez) y Mejor Maquillaje (Gustavo González).
En una entrevista publicada en el diario Panorama, la directora Patricia Ortega comentó que estos premios fueron una sorpresa completa, pues aunque producir y llevar al cine la cinta El Regreso fue una tarea “titánica” estaban esperanzados de recibir el premio únicamente en la categoría de Ópera Prima, que terminó recibiéndolo Claudia Pinto por la La Distancia más larga, al igual que el Premio Especial del Público. “Estamos impactados y muy contentos. De verdad no nos los esperábamos. Considerábamos que teníamos chance de ganar en la categoría de ópera prima (…). Cuando dicen que Pelo Malo ganó una Mención especial del jurado y que La distancia más larga ganó ópera prima, dijimos: ¡Perdimos! Pero luego nos mencionan como Mejor Película. Nos caímos para atrás”, dijo la cineasta Patricia Ortega.
Afortunadamente para quienes no vieron la película y debido a este premio, El Regreso se proyectó nuevamente en Cines Trasnocho (Caracas) los días martes, miércoles y jueves de esta semana.
En este festival, Pelo Malo de Mariana Rondón recibió el premio Mención especial del jurado, el premio Mejor actriz (Samantha Castillo), Mejor actor de reparto (Beto Benítez) y el premio de la prensa. El premio de Mejor actor lo recibió Jean Pierre Agostini por su interpretación en Papita, maní, tostón; los premio Mejor música y Mejor casting se los llevó la cinta Ley de fuga en las figuras de Pablo Estacio por el rap “Big Bad” e Ignacio Márquez, respectivamente.
El jurado de este Festival lo conformó el director venezolano Román Chalbaud, la escritora Sonia Chocrón, Camilo Pineda, el actor y cineasta chileno Boris Quercia y el cineasta argentino Julián Gil, quienes consideraron que el trabajo de selección fue todo un proceso, pues el talento en cada una de las realizaciones cinematográficas era excelente y cada trabajo mostró un crecimiento en el cine nacional, no solo en el área de dirección y producción sino en la calidad de las historia, cómo fueron contadas y además actuadas con gran pericia.
El cine venezolano continúa su crecimiento; sin embargo, el público cinéfilo espera que sean más las películas producidas y proyectadas que las repeticiones constantes de las películas, pues el cine y cualquier arte se enfrentan a una sociedad con mayor dinamismo y de consumo voraz en la inmediatez de contenidos, arte o información presentada. Y a nivel de desarrollo y logros cinematográficos para los realizadores, una mayor producción favorecería una premiación más amplia, equitativa y variada en los festivales que se realicen.