El pasado viernes, si bien había convulsión en el país por las muertes ocurridas en las manifestaciones estudiantiles, el Teatro Trasnocho Cultural enfáticamente abrió sus puertas para presentar la pieza teatral Los Navegaos, última obra de dramaturgia (publicada en 2006) escrita por el remembrado Isaac Chocrón, en esta oportunidad dirigida por Michel Hausmann, producida por Yair Rosemberg y con música de Salomón Lerner, quienes conforman parte de la conocida productora Palo de Agua.
Por SARA KAFROUNI
Entre protestas y gas lacrimógeno, como era de esperarse, el estreno de la pieza teatral protagonizada por los consagrados actores Javier Vidal y Armando Cabrera, junto a Samantha Castillo, premiada como mejor actriz en el Festival del Nuevo Cine de Montreal por su trabajo en la cinta Pelo malo, y el actor de TV Eben Renan, tuvo parcial asistencia a pesar de que todos los asientos estaban reservados. Sin embargo, su director Michel Hausmann al final de la puesta en escena dijo: “Nosotros estamos conscientes de las cosas que están pasando fuera de este teatro, son momentos importantes. (…) Dicen que en la mitad de la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes estaban bombardeando Londres, destruyendo las plantas eléctricas, los ministros se le acercaron a Winston Churchill y le dijeron que había que decidir qué mantener apagado y que mantener prendido en la ciudad, y entre las cosas que decidieron apagar estaba el West End, la zona de los teatros. Entonces Churchill los mira y les dice: ¿Y entonces para qué estamos peleando la guerra?”. A esto, el actor Javier Vidal agregó que “Esta es nuestra ‘trinchera’ (…) es el espacio natural de los artistas”. La audiencia aplaudió fuertemente entendiendo que el estrenar la obra, así solo asistieran los más valientes, era un compromiso moral.
De una forma sencilla y llena de humor criollo, Los Navegaos narra la vida de dos hombres, Juan y Brauni, retirados en Margarita y quienes pasan los días en su casa disfrutando del buen whisky, la música clásica, frascos de medicamentos y atendidos por su fiel ayudante Luz, quien constantemente les recuerda que ellos no son isleños sino navegaos porque pasan su vida “de allá pa’ acá y de acá pa’ allá”, entre tierra firme y la isla. Aunque ambos deciden mudarse de tierra firme y retirarse en la isla para sanar su salud, la bebida, el cigarro y el descuido médico empieza a hacer mella en su estado físico. En la pieza, Juan (Javier Vidal) y Brauni (Armando Cabrera) son sorprendidos con la llegada del sobrino de Brauni (Eben Renan), a quien llaman Parol (por “parole” en italiano) y quien es mudo “pero no tonto”, según dice cuando se presenta ante Luz (Samantha Castillo), quien sin querer empieza a despertar en Parol una atracción.
En el desarrollo de la obra se ve como Brauni rechaza la llegada de su sobrino y ofuscado dice que lo quiere regresar en el próximo ferry a la ciudad mientras que su compañero Juan, automáticamente, crea un lazo con Parol, convirtiéndolo en su amigo durante las caminatas diarias por la playa, mientras Juan le enseñaba a nadar, a manejar, y hasta lo que parecía imposible, a hablar.
“Descubrir a Isaac Chocrón por su última obra, pues a mí me parece muy lógico porque aparentemente es una obra muy sencilla en su estructura, muy normal, como asomarse a ver la vida de unos vecinos y las cosas que les pasa, pero después que has visto la obra, viene toda la reflexión de lo que has visto y lo que has visto pues es cómo unas personas se acompañan en la vejez, en el último acto de sus vidas, como el amor es otro de los personajes de la obra, el hecho de como separarte de tierra firme e irte hacia una isla, pues transforma tu manera de ver la distancia, la perspectiva de las cosas. Yo siempre pensé que esta era una obra de teatro escrita en momentos muy convulsos de nuestro país, como hoy mismo, y que en el fondo es una obra que nos habla de cómo enfrentarnos a los cambios, de como enfrentarnos a las cosas que van a transformarse y contra las cuales no podemos hacer nada más que tener una cierta serenidad a la experiencia vivida y por eso yo creo que era una buena idea que la Fundación se estrenara reponiendo esta pieza”, dijo en exclusiva para el escritor Boris Izaguirre, quien vino a Venezuela para asistir al estreno como directivo de la Fundación Isaac Chocrón.
La pieza, acompañada por una escenografía serena, con una cocina blanca, mesa y tres sillas, dos puertas, y un collar de florecidas Trinitarias magenta sostenidas en las ventanas de la casa, presenta una puesta en escena divertida, fresca, que deja que el centro de atracción sea la vida diaria, la mutua compañía, el entendimiento y sobre todo el respeto y la aceptación, necesarios para la solidificación de la vida en común.