SALSA BUENA PA’ GOZÁ

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Con el anticipo del famoso Libro de la Salsa de Cesar Miguel Rondón, finalmente, el pasado fin de semana sonaron los coros, metales, el bajo y la percusión de más de 50 años de este estilo musical, arrancando desde los años 20 y el son cubano y cerrando en los 80 con La Dimensión Latina y con el gran Oscar de León.

Por SARA KAFROUNI
Fotografía NELSON AGELVIS

La lluvia cedió el paso a las notas musicales y a la apacible voz narradora de Cesar Miguel Rondón, quien bromeó diciendo que “muchas veces las estrellas se conmueven y lloran” y que sin querer se le había convertido aquel publico en una audiencia de apariencia musulmana, por las mujeres que cubrían sus cabezas con las pashminas destinadas primeramente a apaciguar el frío de la brisa helada que soplaba en los espacios abiertos del BOD-Corp Banca.

La noche inició con la dirección de la orquesta a cargo de Alfredo Naranjo, quien también procuró que los arreglos musicales de cada tema fueran lo más identicos a cuando fueron interpretados por sus músicos originales. El viaje anunciado por Cesar Miguel Rondón arrancó en Cuba en los años 20 con el delicado son Échale salsita del maestro Ignacio Piñeiro, quien echó a andar las raíces de la salsa y que luego sería reforzada por Arsenio Rodríguez, conocido como “El ciego maravilloso”, quien según relató Cesar Miguel Rondón, fue el que añadió la conga, más trompetas y un pianista a la orquesta para darle esa fuerza musical que caracteriza a la salsa.

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Esta cátedra salsera continuó con la Tumba y bongó, que ya mostraba influencias africanas, y  que abrió pasó a la rumba cubana y con ella a la reina del guaguancó Celeste Mendoza, interpretada divinamente por Betzaida Machado. Con un impecable sonido a cargo del excelso ingeniero de sonido Germán Landaeta, El Libro de la Salsa en Vivo continuó con el recuento de los años 30-40 con Edgar “Dolor” Quijada interpretando a Siro, Luis Pacheco a Cueto, y Don Miguel Delgado Estévez emulando a Miguel Matamoros, así juntos interpretando al Trio Matamoros con el tema Son de la loma; se paseó por México y su época dorada con el cantante cubano Benny Moré y el tema Siguaraya interpretado magistralmente por Marcial Isturiz, siguió con el “dueño del mambo” Dámaso Pérez Prado, por el nuevo mambo influenciado por el Jazz que surgió en Nueva York luego de la guerra con la llegada de los cubanos, donde uno de los grandes exponentes fue Frank “Machito” Grillo quien hizo sonar la Fantasía Cubana, interpretado por el gran Victor Cuica, y luego pasó al rey del timbal Tito Puente, interpretado por Cheo Navarro. Asistentes que lograron ver en vida al enérgico virtuoso Tito Puente, resaltaron que la imitación de Navarro fue “un buen intento”. La tercera gran orquesta que se presentó en el Palladium en Nueva York, según la cronología narrada por Cesar Miguel Rondón, fue la orquesta de Tito Rodríguez, interpretado gratamente por Rafael “Pollo” Brito, quien estaba de cumpleaños ese día.
Una de las más magníficas interpretaciones de la noche fue la de La Lupe, realizada por  Mariaca Semprún, quien no sólo cantó sino que actuó con la misma chispa, humor, estridencia y fuerza de la original, que se quitaba los zapatos y los lanzaba al público. Como el tiempo en tarima no es suficiente para contar en unas horas tanta riqueza musical, se presentó un video en el que se reflejaron los hechos históricos y músicales de los años 60, como los discursos y el asesinato de John F. Kennedy, la llegada de Fidel Castro a Cuba—momento en el que la audiencia pitó fuertemente—Malcolm X, Las Panteras Negras y para variar… Beatles.

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Al volver a la tónica salsera, la audiencia siguió con atención el juego de roles y recibió en escena a Richie Rey y Bobby Cruz, Las Estrellas de Fania, Celia Cruz interpretada divinamente por Canelita Medina y sus 75 años de vibra musical, el cantante Hector Lavoe, Ismael “Maelo” Rivera, Cheo Feliciano echándole semilla en versión de Victor Cuica acompañado de una sedosa guitarra eléctrica a lo Santana, y luego el poeta de la salsa intelectual Ruben Blades. Para finalizar el concierto, Cesar Miguel Rondón incluyó en su línea del tiempo la época guarachera de Venezuela con la orquesta La Billo’s Caracas Boys con Billo Frometa, Felipe Pirela, Cheo García y Memo Morales. Este último fue representado por él mismo, poniendo de pie a todos los asistentes. Al finalizar este segmento, vino la época de la Dimensión Latina y la posterior carrera como solista del “sonero del mundo” Oscar de León, quien sólo por esta noche retomó el bajo, interpretando el tema Divina Niña, en el que hizo una de sus acostumbradas improvisaciones, y luego pasó a tocar su emblemático tema Mi bajo y yo, con el que bailó como en los viejos tiempos. Al finalizar este tema, Cesar Miguel Rondón contó la anécdota de cómo Oscar de León se sentía incrédulo de estar Nueva York, resumida en la humilde frase del sonero al decirle: “está nevando en Broadway… y yo vengo de Antímano”.

Si bien un libro de 436 páginas y más de 300 imágenes permiten zambullirse a las profundidades de este género musical y conocer con precisión los datos de una historia, la representación de casi 3 horas en vivo sobre el nacimiento de la salsa permitió no sólo a los amantes de este género deleitarse con una exquisita puesta en escena, sonido, cuerpo de baile, vestuario, maquillaje y suave narración de Cesar Miguel Rondón, sino que también logró que los más jóvenes conocieran de dónde vino y quienes fueron los grandes exponentes de la salsa con los que sus papás prendían la guataca y el bonche, y que por herencia cultural ellos ahora disfrutan sin falta en cada rumbita familiar, mostrando que si tienen guataca pa’ este ritmo.