La pieza original La Valija del argentino Julio Mauricio es llevada a las renombrada sala de teatro de la Asociación Cultural Humboldt, de la mano del director Moisés Guevara y la productora Cristina Neufeld
Por SARA KAFROUNI
“¿Te acuerdas cuando salíamos los domingos a la playa?, ¿te acuerdas del yate? (…) Y… ¿si lo hacemos este domingo? Claro lo vamos a empezar a pensar desde ahora y así vamos acumulando ganas para el domingo. ¿Qué me impide a mí ir a la playa? Claro la idea del lunes y esa carpeta llena de papeles que está esperándome ahí”. Es así como Osvaldo y Luisa, un matrimonio de clase media de 1969, a través del aburrimiento, la monotonía y las contradicciones de la vida que cada uno desarrolla, él como Gerente de una oficina y ella como una mujer consagrada al oficio del hogar, conducen al abismo que marcará el fin de “las pasiones comunes” entre ambos.
Esta pieza teatral escrita en el año 1969 por el dramaturgo argentino, Julio Mauricio, regresa a Venezuela, después de haber sido montada en varias oportunidades entre los años ´70 y ´80 en varias salas del país incluyendo las del Teatro Nacional. En estas primeras representaciones de lo que los mismos productores llaman una comedia, pero que más bien parece un realismo melodramático, el recordado escritor, director, locutor y también actor Daniel Farías y la actriz América Alonso fueron quienes interpretaron los personajes de Osvaldo y Luisa, un matrimonio de clase media y sin hijos, que trata la temática de la infidelidad femenina.
La adaptación a la realidad venezolana que Moisés Guevara realizó sobre la obra le permitió darle el nombre de La maleta, y en está oportunidad está representada por el genialísimo Javier Vidal en el papel de Osvaldo, quien cautiva al público con su fuerza y naturalidad en escena; la voluptuosa Beba Rojas, quien hace un despliegue de su capacidad actoral con el manejo de los distintos niveles de energía e inflexiones de voz de su personaje “Luisa”, y transformada en una persona retraída, pacata y aburrida, nos hace olvidar por completo su imagen sensual; y Elvis Chaveinte, quien representa a Horacio, el joven vecino de Luisa, que sufriendo un apasionamiento por ella, le expresa sus sentimientos reprimidos de tal manera que logra romper su coraza púdica y seducirla en su propio hogar, el centro de su limitado mundo..
Esta obra, que fue creada en un contexto histórico de censura artística y social típico de un periodo dictatorial, y dentro de una sociedad latinoamericana donde la mujer se limitaba a ser esposa y ama de casa, aborda la psicología tras la infidelidad femenina, tema que coincidentemente trató el cineasta Claude Chabrol en el mismo año1969 con su film La Femme Infidéle. “La infidelidad es un tema que atrapa a cualquier ser humano y es un tema muy rico para tocar, desde el punto de vista actoral como desde la dirección, y muy especialmente la infidelidad femenina porque es un tema del que generalmente se habla muy poco. Es muy controversial hoy en día así como lo fue en los años 70, que un hombre está viviendo una situación como esta decida no irse y se dé cuenta que no puede, que no es capaz, que no tiene la fortaleza en ese momento; lo que no quiere decir que no se vaya a ir después porque efectivamente, tal y como lo dice Osvaldo ‘esto me estará torturando todo el tiempo, estará todo el tiempo como un recuerdo fresco en mi cabeza’. Yo siento que sí, que Osvaldo en algún momento se va a ir. No va a ser este día, él hoy no tiene la fuerza para hacerlo. Es muy difícil asumir esa decisión”, dijo el director Moisés Guevara.
Esta obra tiene dos versiones: una que fue censurada en su estreno, en la que la pareja se separaba, y la segunda en dónde la pareja permanecía junta, una realidad de matrimonios de conveniencia que hoy en día sigue de manifiesto, y quizá por la naturaleza machista de la sociedad latinoamericana fue que se decidió presentar la versión mejor aceptada. Por esto, Elvis Chaveinte analiza el trasfondo sociológico de la obra al decir que esta pieza “encaja” perfectamente con la sociedad Latinoaméricana, porque asume que “nuestra sociedad es machista. O sea hasta la pared de en frente somos machistas. En Latinoamérica desde México hasta el sur abajo en la Patagonia somos machistas. (…) en Latinoamérica el hombre es capaz de tolerar que la mujer sea mejor, que tenga un mayor ingreso, pero no puede tolerar una infidelidad. Es capaz de matarse o de matar a la mujer”.
Javier Vidal, hablando de la influencia que esta obra le había dejado en su propia relación de pareja dijo, “Yo creo que siempre ayuda. El teatro me enseñó a mí a vivir, y Julie [Restifo] que también es actriz y he estado con ella, ya voy para 29 años con ella, nos ayuda mucho porque el matrimonio se aguanta porque uno va aceptando y dándose cuenta de los cambios. Como dice ella al final [de la obra] ‘ahora esto cambiará’. Claro es que tiene que cambiar porque tenía que cambiar. Es decir, el reloj provocó todo el cataclismo de lo que pasó porque ella también vivió el cambio, el golpe y creo que esta pieza ayuda a hacerse más grande, o más profundo, o a llenarse más”.
Los actores igualmente recalcaron la importancia de la sala de teatro, afirmando que la sala de la Asociación Cultural Humboldt cuenta con la visibilidad y la acústica perfecta para que hasta el último asistente pueda sentir la intimidad de esta impactante obra que deja a más de un “magnífico esposo” pensando, y con ganas de llevar a su esposa a la playa el siguiente fin de semana.